Todavía recuerdo esas paredes, antes rojas, que tantas pesadillas me
traian en la infancia. Quien me iba a decir a mí, que este sería en el
único sitio en el que hoy dia me siento en casa.
Moloco sigue chupandose el dedo gordo sobre la estantería, y la luz que
acompaña el amanecer parece no haber cambiado en los últimos veinte
años.
Un número incontable de notas parecen escucharse al unísono cada vez que
el viento golpea mi ventana en otoño, haciendome rememorar la cantidad
de segundos que llacía tumbado en mi cama, boca arriba,
admirando piezas de Beethoven, Vivaldi, Wagner, Tchaikovsky...
imaginandome al frente de un enorme publico, varita en mano,
retransmitiendo mi interpretación libre de las mismas y llegando a
emocionar hasta a el mas rudo de los oyentes presentes en la sala.

Mis dibujos, mi otra fuente de entretenimiento y mi mas sincero modo de
expresión. Aquí fué donde comencé a darme cuenta de que mi lapiz se
movia mas rapido que mi lengua y dado que esto me ayudaba a poder
registrar mas pensamientos que el hablar, pasé a hablar en crayolas. Me
retracté ya que este medio me imposibilitaba controlar lo que queria
mostrar a los demas de lo que no y por ello la razón de romper un papel
cuando acabo de expresar lo que siento en el, porque no es necesario
dejar la huella, con pisar me es suficiente.
-PAROV STELAR- chambermaid swing REPRODUCIR