Nadie me dijo que en otoño te echaría de menos.
Nadie me dijo que fueses a estar,
pero tampoco que me dejarías marchar, así al menos, tan rápido y tan fácil.
Y qué más da. Quizá no estábamos hechos para quedarnos, quizás solo para encontrarnos y perdernos, para querernos y odiarnos;
Para olvidarnos al fin y al cabo, borrachos de orgullo y pasando frío.