Supongo que las colillas del cenicero indican que llevo mucho tiempo esperándote.
La puerta abierta. No hay llaves, dentro ni fuera de la cerradura; ya no compartimos casa aunque me sigas ocupando espacio.
Mi cama fría y yo sin saber qué hacer con el brazo que no asimila el descanso en singular.
Soñarte es barato a ratos, pero caro cuando piensas doble: pides doble, bebes triple y en segundos te emborrachas de recuerdos.
Comienza la lluvia en mis ojos, a medida que empapa la rabia mi ropa; provocas que agarre ésta copa y recuerde que anoche dejé de fumar.