Muerdo mis labios, secos cuando no tocan los tuyos.
Cierro mis ojos e imagino tu mano deslizándose por mi pecho, sobre el que dormirás cada noche después de saciar las ganas.
Mi pulso se dispara y mi respiración se entrecorta.
Se eriza cada pelo que viste a este cuerpo, desnudo, que extraña la ausencia de emociones sin pensar demasiado en mí.
Yo despierto y, aún sudando, me siento tan frío como el mar que nos separa.
Y necesito tu calor, y sin calor me calmas